Los catálogos, folletos y flyers son los productos de imprenta más eficaces y exitosos en cuanto a la comunicación con los clientes se refiere, y por eso son los preferidos por casi cualquier tipo de negocio o empresa. En Imprimiéndote lo sabemos bien porque tiramos decenas de miles de todos ellos cada semana.
Sin embargo, también hemos notado que en muchos casos nuestros clientes no están muy seguros de qué es cada cosa y para qué se usa cada uno. Así que hemos pensado que no sería mala idea resumir en esta entrada de nuestro blog las principales diferencias entre flyers, folletos y catálogos.
Flyers: mensajes atractivos condensados al máximo
El flyer se define como un impreso de media cuartilla (o sea, un cuarto de folio) con un mensaje muy breve y conciso que suele tener una finalidad bien sea publicitaria, bien sea informativa (o ambas). Es lo que en español siempre se conoció como volante, pero el anglicismo se ha venido imponiendo en los últimos años…
Cuando decimos “breve y conciso”, es porque de eso se trata exactamente: de transmitir un mensaje efectivo en muy poco espacio. En general se trata de mostrar nuestra imagen de marca, transmitir una información concreta (como un evento o un menú) o usarlo como soporte para comunicar una promoción comercial.
El flyer suele distribuirse en la vía pública (de mano a mano o depositado en algún punto con mucho tránsito) o bien mediante buzoneo. Esto nos asegura una gran capilaridad, pero es imprescindible asegurarnos de distribuirlo estratégicamente para alcanzar de lleno a nuestra audiencia objetivo y que tenga un alto impacto.
Folletos: ¡pliégalo!
El folleto es algo así como el hermano sofisticado del flyer (tanto es así que a veces se le llama “flyer doblado”). La clave para identificarlo está precisamente en que está constituido por varias páginas plegadas, no encuadernadas de otra forma (aunque también se ven así). Se sobrentiende que no debe superar las 24 páginas, o sea, cinco pliegues.
Si en el flyer cabe esperar relativamente poco texto y mucha imagen, en el folleto tenemos algo más de espacio para colocar texto, dar un argumento de venta, detallar algo más las características de un producto… De todas formas, su función sigue siendo principalmente promocional en la mayoría de los casos, y su aspecto visual es muy importante.
Más detalles. El plegado puede realizarse de varias maneras; lo más habitual es que sea o bien en acordeón o bien envolvente (pero hay muchos otros: en Z, en ventana, doble paralelo…). Así se define si hablamos de díptico, tríptico, cuadríptico, etc. Esto puede ser importante para el diseño en algunos casos, por ejemplo si se trata de un mapa.
Catálogos: un escaparate de tu negocio con forma de cuaderno
A diferencia del folleto y el flyer, el catálogo es una obra impresa y encuadernada. Esa es su característica formal principal, además de que con frecuencia son “de temporada”. En cuanto a su función, suele ser (como su nombre indica) la de mostrar el conjunto de productos y servicios de una empresa junto con detalles importantes, como las características o el precio.
Aunque como vemos tiene un objetivo principalmente informativo, el catálogo no deja de tener un cierto carácter promocional, por lo que es interesante cuidar la imagen de marca que representa (logotipo, colores corporativos, etc.). Pero lo esencial es la claridad en la exposición de la información y la facilidad para buscar (¡y encontrar!) un producto o servicio en concreto.
A la hora de componer el contenido es importante tener en cuenta si va dirigido al cliente final o a distribuidores minoristas, ya que el tipo de información que interesa a unos y otros no es necesariamente la misma (por ejemplo, los pedidos mínimos o los plazos de entrega). También puede incluir en su estructura índices, imágenes, diagramas, referencias cruzadas, gráficos…
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