La tarjeta de visita perfecta (física, ¡por supuesto!)

Tarjeta visita

En estos tiempos de transformación digital (qué nos vas a contar a nosotros) no es infrecuente que muchas empresas prescindan de las clásicas tarjetas de visita para realizar todas sus comunicaciones online. Tiene su lógica, por supuesto. Pero estamos dejando de lado un elemento esencial con un importante impacto en cualquier negocio.

En esta entrada de nuestro blog queremos hablaros de cómo hacer de la tarjeta de visita un recurso que va mucho más allá de la mera identificación y un registro de datos de contacto. La tarjeta de visita puede ser un elemento de marketing muy potente si jugamos con el formato, el diseño y el contenido. Te contamos cómo.

El potencial “oculto” de la tarjeta de visita

¿Nunca te ha pasado eso de quedarte mirando una tarjeta de visita que te han dado? Si es así, esa tarjeta ha conseguido su principal misión, fuera de hacerte llegar unos datos de contacto: atraer la atención del “lector” y ejercer como la verdadera carta de presentación de tu empresa, de tus servicios o de ti mismo.

Y eso que una tarjeta no es más que eso, una tarjeta en la que figuran unos pocos datos, algo de texto, alguna imagen… Al menos en principio. Porque en realidad, una tarjeta bien diseñada puede transmitir tu imagen de marca de manera rápida e intuitiva.

Si te paras a pensarlo, es impresionante todo lo que podemos decir de nosotros mismos de una manera tan sintética y en un espacio tan pequeño como puede ser una tarjeta de visita. Y el efecto que puede tener esta primera impresión (que al ser física además se guarda, se mete en la agenda, aparece en el bolsillo en el momento que menos se recuerda) en tu cliente potencial.

Ahora bien, ¿cómo podemos crear una tarjeta que no haga memorables? Jugando con las opciones creativas de que nos ofrece una impresión profesional de calidad a través de varios elementos. Veamos algunas ideas.

El formato

El tamaño de 85 mm x 55 mm es el estándar que usamos por ejemplo en España, similar al de una tarjeta de crédito. La uniformidad tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes: ¿quieres que tu tarjeta pase desapercibida o que sobresalga entre las demás…? ¡Literalmente!

A la hora de elegir tamaño hay que tener en cuenta que dice de nosotros más de lo que parece. Por ejemplo, optar por el tamaño estándar antiguo (90 x 50) da idea de clasicismo, y por un tamaño no convencional da idea de heterodoxia. Y también que los tamaños menos habituales no “encajan” tanto en los tarjeteros como en las mentalidades más amantes de lo uniforme.

La forma es la última frontera en cuanto a formato se refiere. Una tarjeta triangular, circular, en forma de estrella… ¿Quién dijo miedo? Estás indicando sin palabras que eres único y que tu imagen te importa, que quieres quete recuerden. Ah, y hablando de esto, está el tema de las puntas redondeadas y el efecto bouba/kiki

Formato tarjeta

 

El diseño

Esto último entronca con la cuestión del diseño y el enorme impacto de la imagen visual en lo que pensamos. Formas, colores, texturas, incluso orientación, todo cuenta. Por otro lado, en el diseño de tarjetas de visita físicas podemos aplicar algunos principios (con ciertos límites, claro) del diseño digital UX/UI.

En líneas generales, si tu empresa cuenta con un logotipo propio (que por descontado debería aparecer en la tarjeta, salvo que optes deliberadamente por no hacerlo o hacerlo de forma disimulada) y colores corporativos, estos deberían marcar las pautas del diseño de las tarjetas de visita, que conviene que presenten cierta homogeneidad (o, por qué no, ciertas diferencias por categoría profesional).

Merece la pena pasar una mañana pensando acerca de las distintas opciones a nuestro alcance (o pedir ayuda a un profesional del diseño o de la impresión). En la elección del papel no es lo mismo estucado brillante que cartón de pulpa de madera. ¿Vas a elegir un fondo de color, o prefieres tonos tipo marfil o lino? ¿Tendrá acabados plastificados o troquelados?

Así que despacito y buena letra. Por cierto, hablando de letra, es una parte esencial del diseño sobre todo si este es mínimo. Un texto en dorado no dice lo mismo que un texto en negro o en verde limón, como tampoco es igual usar una tipografía con gracias (serifas) que una cursiva o una tipografía de palo seco (sin serifas). Lo que nos lleva a la cuestión del contenido.

El contenido

Una tarjeta clásica, estándar, mínima, es la que sencillamente permite identificar a su portador. Así, bastará con el nombre y alguna referencia para ubicarlo (nombre de la empresa, categoría profesional o puesto de trabajo), aparte de los datos de contacto (el teléfono, la dirección física, el correo electrónico). En muchos casos, cuando menos es más, con esto basta.

Pero a veces conviene añadir algún texto más que nos ayude a ser recordados. Entramos aquí de lleno en el terreno del marketing y el copywriting. Se puede optar por incluir el eslogan de la casa, o describir sucintamente nuestro producto o servicio de manera llana. O podemos ponernos más creativos e introducir algún concepto que resuma lo que ofrecemos y capte la atención del cliente potencial al mismo tiempo.

En todo caso, conviene medir bien nuestras palabras. Siguiendo en la línea de lo que decíamos al principio de este texto, la tarjeta de presentación es precisamente eso: nuestra presentación, no un catálogo completo de productos y servicios. Un exceso de información solo puede generar confusión.

 

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